Fui hecho esclavo a los ocho años. Mis padres habían muerto tras la terrible agonía de la lepra. Aun recuerdo cuando en su cuarto no dejaban que mis hermanos y yo entraramos y estuviesemos con ellos en sus ultimas horas en este mundo, por miedo al contagio.
Desde ese día en que mis padres fueron enterrados, comenzaron los mas terribles años de mi vida. Mis hermanos como aun eran muy pequeños fueron entregados a una buena familia para que los cuidaran, mientras que yo siendo un pequeño muchacho, pero con un buen aspecto físico por lo cual parecía mas grande de la edad que tenia, fui entregado o mejor dicho vendido a una de las familias mas poderosas de la ciudad, como esclavo.
Desde ese día perdi toda nocion de libertad, desde ese día el cielo se tiño de gris para mi. Aunque fuera un bello día y el sol me quemara la espalda mientras trabajaba en los campos, para mi era un día horrible, porque mi corazón cada vez se llenaba de dolor, de rencor, y aun mas de odio, tras cada duro latigazo de mi capataz sobre mi pequeña espalda.
En esa casa perdi lo poco que quedaba de mi niñez tras la muerte de mis padres, fui privado de toda libertad pensada, fui obligado a los trabajos mas duros para un niño de ocho años, fui privado de toda basica necesidad, como comer o dormir. Pero pese a todo los quebrantos que padeci, comence a hacerme fuerte, tan fuerte que nada me conmovia, tanto se había endurecido mi corazón que por nada me inmutaba. Esa era la única manera conocida por mi para soportar tanta soledad, tanto maltrato y tanto sufrimiento. Comencé a sentir que cada día de mi vida no tenia sentido, solo despertaba cada mañana porque me despertaban a los golpes, hasta llegue a ignorar cada golpe, me había prometido a mi mismo que mientras ignore los maltratos hacia mi, ya no sufriria mas, pero eso nunca me funciono, porque cada golpe perforaba mi corazón.
Así iban pasando los días, las semanas, meses y años. Llegue a olvidar las caricias de mis padres, hasta los nombres de mis hermanos. En todos los años que fui esclavo nunca sentí una mano hacia mi mejilla acariciandome, a no ser por uno de esos golpes que todos los días debía soportar.
Pero ya han pasado mas de cinco decadas desde que fui hecho esclavo, y hace unos cuantos meses decidi escaparme de mi dueño y desde que soy libre, nunca había comprendido verdaderamente el significado de la libertad como hasta ayer.
Como dije antes, hace unos cuantos meses deje de ser esclavo, pero aun seguía siendo esclavo del rencor que almacene en mi corazón durante todos esos años de esclavitud, seguía sintiendo ese odio por la gente que me separo de mis hermanos, por las personas que me vendieron como si fuese propiedad suya. Pero aunque había dejado de ser esclavo lo seguía siendo. Ayer descubrí la Libertad que solo alguien puede dar. Fue ayer que experimente por primera vez en mi vida la sensación de la verdadera libertad corriendo por mis venas, fue ayer que sentí que de mi se separaba esa carga que arrastre durante sesenta años.
Si, hoy puedo decir y sentir verdaderamente que Jesucristo me hizo libre, Él me dio la libertad, Jesucristo me libro de todo pecado.
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Onésimo
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