10 diciembre 2009

Cómo seremos...


al finalizar el 2010?


La puerta se entreabre, mi corazón palpita a la par que mis ojos se desesperan por ver más allá de lo que la oscuridad me impide. La puerta abriendose lentamente me indica que ya es hora de ingresar, que no puedo postergar más este hecho. Con un pie dentro y otro fuera, mi mano sobre el picaporte intenta sostener mi cuerpo tembloroso y euforico a la vez por descubrir aquello que la oscuridad esconde.
Miró hacia atrás antes de ingresar a esta habitación oscura y me despido de aquel lugar luminoso que me permite ver todo lo que rodea la habitación en la que tengo uno de mis pies apoyado. Cierto miedo es generado en mi al despedirme de aquel lugar que me brinda cierta seguridad pero que a su vez me recuerda todas las lágrimas que me ha provocado. Observo la pieza de la que estoy partiendo y vienen a mi gratos recuerdos vividos con importantes personas en mi vida, confortantes palabras, alegres momentos pero sobre todo vidas de seres que han dejado huellas en mi y que han ayudado a forjar a la persona que hoy está ingresando a esta habitación oscura.
Decidida ya, ingreso a este lugar ausente de luz, ya sin mirar atrás doy otro paso y cierro la puerta apoyando mi espalda sobre la fría y dura puerta. No sé que es lo que hay allí delante, no se lo que hay al lado mío, tendré que ir descubriendo paso a paso lo que esta habitación contiene, lo que este lugar tiene preparado para mi. Inseguridad, sorpresa, temor, nostalgía, dudas, todo tipo de sentimientos vienen hacía mi pero tengo la certeza que el deseo de crecer y descubrir que es lo que tiene ÉL para mi me inspiran a ir abriendo puertas cada 365 días, ir descubriendo poco a poco lo que cada lugar hará conmigo, lo que terminaré siendo cuando tenga que cerrar nuevamente esta puerta y abrir otra. Sin embargo, lo que más gozo me brinda es saber que un día al cerrar una de estas puertas no tendré que abrir una nueva, sino que me encontraré con mi Dios esperandome y diciendome que la obra en mi ya está concluida...

20 septiembre 2009

Máscara de mujer...

Todas necesitamos hacerlo en algún momento, llega un punto en el que esa máscara nos impide respirar, nos ahoga y nos presiona y en tanto en tanto debemos quitarla para volver a respirar. Máscaras de silencios, máscaras de sonrisas, máscaras de serenidad... en algún momento, a solas con Dios reconoce tu máscara, quitala y habla con Él, muestra tus ojos con lágrimas, dale a Dios tu lista de preguntas, cuentale tus tristezas, porque Él no juzgará, no te ignorará, no te rechazará, Él te aceptará y te consolará.






... pensamientos enmascarados...

...decido reconocer lo que antes no quería lo que negaba
...imaginar el desenlace de una historia que nunca sucedería
...un punto que supera las fuerzas
...esperanza que se transforma en el peor enemigo, cuando el ''quizá'' inunda la mente
...resignarse al silencio de las palabras, a la indiferencia de los hechos

20 mayo 2009

Reproche...

Simplemente eso... sentarme y charlar con Él... eso quiero, eso quisiera pero... pasa el día y me cuesta tanto hacerlo como necesito hacerlo realmente.
No sé si solo me pasa a mi esto pero hablo con Él, cuando me levanto oro, cuando estoy en el colectivo sin darme cuenta empiezo a hablar mentalmente con mi Dios pero... no es todo lo que necesito el tiempo que le dedico.

Me reprocho continuamente pero luego del reproche caigo en el olvido nuevamente y es notable cuando en el día no cumpli con la mayor necesidad que tengo a diario...descansar en sus manos.

Cuando el dolor de cabeza aumenta, cuando hay un nudo en la garganta, cuando los tiempos parecen cortos con todo lo que uno tiene por delante, cuando la irritabilidad crece a cada momento es ahí dónde me doy cuenta que no pase todo el tiempo que debía pasar en su presencia. Cuando todos estos sintomas aparecen me doy cuenta que son consecuencias de que durante todo el día intente luchar con mis propias fuerzas y eso simplemente me agoto porque no lo puedo hacer sola, el día es muy largo para enfrentarlo sola.

01 marzo 2009

Silencios...

¿Quién nunca se encontró en una etapa de su vida cuando creía que las
cosas no tenían sentido? ¿quién nunca creyó que quizá Dios se había olvidado de uno? somos humanos y quieramos o no reconocerlo en alguna instancia tuvimos nuestros minutos de incertidumbre en donde miramos al cielo en busca de respuestas y lo único que recibimos fue un silencio como respuesta a nuestros miedos y plegarias.
400 años de silencio tuvo el pueblo judío de parte de Dios antes que llegara el mesías prometido, muchos años vivió David desde la promesa que sería el Rey de Israel hasta que lo fue, treinta y tres años de vida cotidiana debió vivir Jesús para iniciar su ministerio cuando sabía que era el Enviado de Dios.
Seamos sinceros, ese silencio no es fácil, esa falta de respuesta es desesperante, ese grito de ''espera, aún no es el tiempo'' es agobiante y te quita parte de las esperanzas que guardas sin embargo hay algo que a todos ellos les daba fuerzas... la fe.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. - Hebreos 11:1
Es ese confianza de que si Dios lo prometió en SU momento llegará lo que esperas, es esa certeza de que Dios no es hombre para que mienta y que Él suplirá todo lo que te haga falta. Es el saber que si te deleitas en Él, Él te dará las peticiones de tu corazón.
Entonces... fuerzas! podrán haber muchos silencios, podrá parecer que los cielos se cerraron a nuestras oraciones, sentiras que no hay oídos que escuchen tu angustia pero ten fe! el mismo Dios que respondió a los hombres y mujeres de la Biblia lo hará también contigo, conmigo. Solo ten fe y espera que el Dios de tu salvación pronto vendrá a socorrerte!